El Viaje de Quien Bebe Dos Cubatas al Día

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Una persona que bebe 2 cubatas al día es alcohólica?

En los rincones oscuros de la cotidianidad, donde los destinos se entrelazan con los hábitos, reside la historia de Martín. Cada día, sin falta, Martín se sumergía en una rutina que comenzaba con la agitación rítmica de un agitador de cócteles. Dos cubatas, la medida precisa para acompañar el ocaso del sol y dar la bienvenida a la noche. Pero, ¿cuándo se cruza la fina línea entre la moderación y la dependencia? ¿Es Martín un alcohólico?

Su historia no es un arrebato de excesos tumultuosos. No se le encuentra en callejones solitarios o en bares abarrotados. Más bien, reside en su hogar, una especie de santuario donde las barreras se difuminan. Unos pocos tragos para relajarse, para aliviar las tensiones del día, y luego, la promesa de un sueño tranquilo. Sin embargo, las promesas pueden convertirse en cadenas, y las intenciones más inocentes pueden perderse en los vientos de la rutina.

Martín no percibe su hábito como peligroso, porque su vida aparentemente no ha sido afectada. Sigue cumpliendo con sus responsabilidades laborales, sigue compartiendo sonrisas con amigos en reuniones y mantiene una fachada que oculta sus incertidumbres. Pero las sombras no se disipan fácilmente, y la pregunta persiste: ¿es Martín un alcohólico?

La respuesta no es un simple sí o no. La complejidad del alcoholismo trasciende las estadísticas y las definiciones rígidas. Martín está atrapado en una telaraña sutil pero tenaz, tejida por el alcohol. Sus dos cubatas diarios pueden ser una manera de escapar de algo más profundo, una búsqueda inconsciente de consuelo o una lucha enmascarada contra sus propios demonios.

El alcoholismo no siempre se presenta como un espiral descendente e incontrolable. Puede ser un viaje sigiloso y gradual hacia la dependencia emocional y física. Los límites entre el control y la pérdida de control se desdibujan, y las decisiones cotidianas pueden oscurecer la realidad.

La historia de Martín nos recuerda que el alcoholismo no es solo un estereotipo de destrozo y desesperación. Puede esconderse detrás de una apariencia normal, acechando en las sombras de la rutina. Reconocer este viaje requiere valentía, autoevaluación y, a menudo, el apoyo de seres queridos y profesionales de la salud.

Entonces, ¿es Martín un alcohólico? La respuesta se desvanece entre los matices de su experiencia, entre los sorbos de sus dos cubatas diarios. La verdadera pregunta no es cuándo se cruza esa línea, sino si Martín está dispuesto a mirar dentro de sí mismo y descubrir quién está en ese reflejo.

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